INTRODUCCIÓN
Muy poco se sabe de las personas que sufren en silencio el maltrato y el abandono, ya que quedan detrás de las puertas de sus hogares, ocultas de la vista de la comunidad.
La violencia, en las relaciones sociales y particularmente dentro de la familia, se convierte en unos de los obstáculos más serios para el crecimiento de las personas, deteriora la calidad de vida y genera muertes evitables. Las estadísticas alrededor del mundo muestran que la gran mayoría de las personas maltratadas son del género femenino, destacándose las mujeres de 25 a 34 años de edad. De los maltratos reportados, se estima que el 90 % es a mujeres; el 8 %, a hombres y solo un 2 %, mixtos.1,2
La violencia contra la mujer es un fenómeno muy complejo, sobre todo porque no es correctamente identificado por toda la población y su reconocimiento sería la primera dificultad que se debe vencer para poder enfrentarlo con la energía y emergencia necesaria. Se necesita dar el espacio que se requiere en la conciencia individual y colectiva para poder detectar la violencia y detenerla a tiempo.
Las personas agredidas, usualmente, no dejan a quienes lo hacen sufrir, porque ven esta situación como algo natural, porque fueron víctimas de la violencia cuando niños o porque necesitan de la otra persona (económica y emocionalmente) para poder vivir.3
Aunque la violencia familiar es un fenómeno sumamente complejo, entre sus principales causas se encuentran: la falta de control de los impulsos por parte del agresor, la falta de comunicación y capacidad para resolver algún problema, la historia de violencia en el agresor, el abuso de alcohol o alguna droga.
Una de las maneras para identificar si se vive en situación de violencia es a partir de la personalidad del agresor, que puede mostrar varios factores como son: tener un perfil de inmadurez, mostrar dependencia afectiva, es inseguro, emocionalmente inestable, impaciente e impulsivo, otra de las maneras es a partir de situaciones que el agredido vive, como son: abuso verbal, abuso emocional, abandono físico, abandono educativo, intimidación, amenaza, abuso sexual, aislamiento desprecio.4,5
La salud sexual no es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad, sino que se define como "un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad".
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha definido la salud sexual como "la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad".6
Ambos organismos consideran que para que pueda lograrse y mantenerse la salud sexual deben respetarse los derechos sexuales de todas las personas. En efecto, para lograrla, la OMS asegura que se requiere un "enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener relaciones sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia.6
Como sucede en otros países, en Cuba el denominador común es la inexistencia de estadísticas sobre esta problemática que abarque todo el país, porque la víctima no lo confiesa. Estudios muy rigurosos pero parciales, realizados en Cuba, como el de Redero y Begoña, indican que no está ausente de violencia doméstica, aunque hasta el momento no constituye un problema de salud.
En Cuba, la violencia ha sido un tema poco tratado a través de los años. En la actualidad se visualiza y escucha en los medios de difusión masiva las manifestaciones sobre el tema y sus tipologías. Pero ¿existe conocimiento real sobre violencia hacia la mujer?
Por lo antes expuesto se realizó este estudio, con el objetivo de caracterizar la violencia intrafamiliar contra las mujeres en el área del consultorio tres del policlínico “Flores Betancourt”.

MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo de corte transversal en el consultorio del médico y la enfermera de la familia 3 del Policlínico “Flores Betancourt”, Municipio Artemisa, de junio de 2010 a junio de 2011.
Universo de estudio: 250 mujeres entre 15 y 54 años de edad, que según el Análisis de la Situación de Salud del área arrojó ser el grupo de mayor incidencia de haber sufrido algún tipo de violencia doméstica, dispuestas a participar en la investigación, escogidas intencionalmente.
Se estudiaron las variables: edad, ocupación, escolaridad, tipo de violencia y miembro de la familia agresor.
Para obtener la información, los investigadores aplicaron un cuestionario validado por un grupo de especialistas pertenecientes al Consejo Científico Municipal.
Para el procesamiento de la información se utilizaron distribuciones de frecuencia absolutas y porcentaje. Los datos se procesaron en el paquete estadístico SPSS versión 11.0. Los resultados se vaciaron en tablas de distribución de frecuencias.
Para realizar esta investigación se tuvieron en cuenta los principios básicos de la ética, el respeto y la autonomía; se contó con el consentimiento informado de las autoridades del municipio, del director de la institución y del médico de la familia donde se realizó la investigación, a los que se les explicó en qué consistía la misma, los objetivos y beneficios que se obtendrían. Las técnicas empleadas tuvieron carácter anónimo con el consentimiento informado de las participantes, se tuvo en cuenta su voluntad de ser encuestadas y se les dio la oportunidad de escoger el lugar apropiado para realizar la encuesta y así garantizar confidencialidad y privacidad en la información manejada.
RESULTADOS
El grupo de edad de 25 a 34 años presentó la mayor cantidad de casos estudiados, 80 mujeres (32 %) (Tabla 1).
El nivel ocupacional altamente marcado fue la condición de ama de casa con 127 (50,8 %) de las mujeres estudiadas (Tabla 2).
Con relación al grado de escolaridad, se observó que 110 mujeres (44 %) de la muestra estaban por debajo del nivel secundario (Tabla 3).
El 100 % de las mujeres estudiadas, alguna vez, recibió violencia psicológica y en muchas aparecen más de un tipo de violencia (Tabla 4).
La figura perpetradora de maltrato o violencia que más predominó fueron los esposos, 124 (49,6 %) (Tabla 5).
DISCUSIÓN
Tal vez el grupo de edad y el nivel ocupacional lleven a las mujeres a aceptar las normas y reglas de “otros” en el hogar, pues al no ser mujeres que se caracterizan por desempeñarse en la vida activa de la sociedad, son dependientes a las imposiciones o a mecanismos de poder de los más autoritarios del hogar, pues esta condición de amas de casa las hace perder libertad para actuar, disponer y gobernar en otros asuntos familiares, solo las reduce a disponer de las labores hogareñas.7
En este aspecto, también llama la atención que solo un porcentaje bajo se encuentra estudiando y aprovechando las oportunidades de las políticas sociales que ha establecido el gobierno cubano para el desarrollo del individuo en la sociedad.
Lo antes expuesto se encuentra relacionado con lo planteado por Horacio Gegunde8 en un estudio realizado a mujeres que sufrían violencia intrafamiliar, donde más del 90 % eran amas de casa, ratificando que las mujeres aisladas socialmente son más vulnerables a los eventos de violencia.
Al analizar el grado de escolaridad se observa que los resultados de la presente investigación coinciden con el estudio realizado por Hernandez,7 donde se muestra que más del 95 % de las mujeres que fueron víctimas de la violencia, tenían un nivel de escolaridad bajo.
El poco interés por crecer culturalmente pudiera estar asociado a patrones familiares y a la poca integración social que tienen las mujeres entrevistadas al estar relegadas en el espacio hogareño y al no sentir la necesidad de superación ocupacional. González9 publicó resultados similares. Aliaga10 plantea que a medida que las personas aumenten su nivel educacional, aumentan también su poder y autoridad por tanto reducen la probabilidad de violencia.
Artilles11 defiende la idea de que es más terrible la violencia psicológica, por el trauma que causa, que la violencia física que todo el mundo puede ver, hay violencia cuando se ataca la integridad emocional o espiritual de una persona, la violencia psicológica se detecta con mayor dificultad por tanto la víctima no puede recibir ayuda con facilidad.
Los resultados de esta investigación coinciden con estudios realizados en los Estados Unidos12 donde el 16 y 50 % de las mujeres en el mundo son asaltadas físicamente por un compañero íntimo en sus vidas al menos una vez. En Estados Unidos, más de un millón de mujeres sufren malos tratos por parte de su cónyuge, pareja o compañero sentimental anualmente y como promedio cada 15 segundos una mujer es maltratada físicamente por un compañero conocido por ella.
En este aspecto se denota que las mujeres reciben maltrato de cualquier miembro de la familia, lo que pudiera causar que la mujer se convierta en precursora y perpetradora en el maltrato hacia los hijos.13 En muchas ocasiones existen amenazas por el victimario, utilizando el poder y la fuerza y ello, a su vez, se asocia a conductas trasmitidas de generación a generación y se reproduce en una relación de pareja violenta, donde predomina la desigualdad que durante cientos de años ha estado presente en muchas familias, por lo que a las mujeres no les queda más remedio que asumir la posición de subordinación.
La violencia conyugal es la más frecuente, es una problemática tan extendida como oculta, existen muchas razones por las que tanto la víctima como el victimario intentan disimular y ocultar la situación de maltrato.12,13
Blanco I14 al referirse a la violencia de género que ocurre en el ámbito familiar y social, destaca que tiene consecuencias psicológicas, sociales, económicas y políticas, perpetúan un sistema de discriminación y constituyen una violación de los derechos humanos, la violencia que ocurre en el marco de las relaciones de pareja es la expresión más aguda de las inequidades y desequilibrios entre hombres y mujeres.
Se concluye que es frecuente la presencia de violencia contra las mujeres, acto que involucra al resto de la familia, es más frecuente la violencia psicológica y que sea el esposo quien la ejerza. Las féminas no tienen percepción de que son maltratadas.

No es una sorpresa saber que muchas personas que sufren de abuso están desanimadas, confundidas y angustiadas. Ellas se preguntan, ¿realmente debo sufrir en las manos de alguien que ha jurado protegerme y cuidarme? ¿Dónde está Dios cuando estoy herido y siendo victima de maltrato?La verdad más grande es que Dios no solo está con aquellos que sufren sino que también ha provisto una forma de salvación por medio de Su Palabra. El gozo de la victoria se encuentra disponible para cualquier que lo busque. Oro para que las verdades bíblicas compartidas en las páginas de este libro sean usadas por Dios para liberarlo a usted (o a alguien que usted conozca), de las ataduras de un sufrimiento injusto.

Violencia doméstica contra las mujeres: Reconoce los patrones, busca ayuda
La violencia doméstica es una amenaza grave para muchas mujeres. Conoce los signos de una relación abusiva y cómo alejarte de una situación peligrosa.
Tu pareja se disculpa y dice que no volverá a tener una conducta hiriente — pero tienes miedo a que la tenga. A veces te preguntas si te estás imaginando el maltrato o si el dolor físico y emocional que sientes es real. Si esto te suena familiar, puedes estar sufriendo violencia doméstica.
Reconoce la violencia doméstica
La violencia doméstica, también llamada violencia de pareja, ocurre entre personas que tienen una relación íntima. La violencia doméstica puede adoptar muchas formas, entre ellas, el abuso emocional, sexual y físico, y las amenazas de abuso. La violencia doméstica puede darse en relaciones heterosexuales u homosexuales.
Las relaciones abusivas siempre conllevan un desequilibrio de poder y control. El abusador usa palabras y comportamientos intimidatorios e hirientes para controlar a su pareja.
Puede que no sea fácil identificar la violencia doméstica al principio. Aunque algunas relaciones son claramente abusivas desde el principio, el abuso suele comenzar de manera sutil y empeora con el tiempo. Puede que estés experimentando violencia doméstica si estás en una relación con alguien que:
- Te insulta, te denigra o te desprecia
- Te impide o desalienta ir a trabajar o estudiar, o ver a familiares o amigos
- Trata de controlar cómo gastas el dinero, dónde vas, qué medicamentos tomas o qué ropa usas
- Es celoso o posesivo, o constantemente te acusa de serle infiel
- Se enfada cuando bebes alcohol o consumes drogas
- Trata de controlar si puedes ver a un proveedor de atención médica
- Te amenaza con violencia o con un arma
- Te da golpes, patadas, empujones o bofetadas, te estrangula o te produce cualquier otro daño a ti, tus hijos o tus mascotas
- Te obliga a tener relaciones sexuales o a participar en actos sexuales contra tu voluntad
- Te culpa por tu comportamiento violento o te dice que te lo mereces
- Amenaza con contar a amigos, familiares, compañeros de trabajo o miembros de la comunidad sobre tu orientación sexual o identidad de género.
Si eres lesbiana, bisexual o transgénero, también podrías estar experimentando violencia doméstica si estás en una relación con alguien que:
- Te dice que las autoridades no ayudarán a una persona lesbiana, bisexual o transgénero
- Te dice que, si cortas con la relación, estás admitiendo que las relaciones lesbianas, bisexuales o transgénero son anormales
- Dice que las mujeres no pueden ser violentas
- Justifica el abuso diciéndote que no eres "realmente" lesbiana, bisexual o transgénero
No te eches la culpa
Es posible que no esté lista para buscar ayuda porque crees que eres, al menos en parte, culpable del abuso en la relación. Se pueden mencionar las siguientes razones:
- Tu compañero te culpa por la violencia en tu relación. Las parejas abusivas rara vez asumen la responsabilidad de sus actos.
- Tu pareja solo muestra un comportamiento abusivo contigo. Los abusadores suelen preocuparse por las apariencias externas, y les pueden parecer encantadores y estables a las demás personas ajenas a tu relación. Esto puede hacerte creer que sus acciones solo pueden explicarse por algo que tú hayas hecho.
- Los terapeutas y médicos que te ven sola o con tu pareja no han detectado ningún problema. Si no le has dicho a tu médico o a otros proveedores de atención médica sobre el abuso, es posible que solo tomen nota de los patrones no saludables en tu pensamiento o comportamiento, lo que puede llevar a un diagnóstico erróneo. Por ejemplo, las sobrevivientes de violencia doméstica pueden desarrollar síntomas que se asemejan a los trastornos de la personalidad. La exposición a la violencia doméstica también aumenta el riesgo de sufrir afecciones de salud mental como depresión, ansiedad y trastorno por estrés postraumático.Si tus proveedores de atención médica se enfocan en tus síntomas, esto podría empeorar tu temor de que tú seas responsable del abuso en tu relación.
- Has actuado verbal o físicamente contra tu abusador, gritando, empujando o golpeándolo durante los conflictos. Es posible que te preocupe que tú también seas abusiva, pero es mucho más probable que hayas actuado en defensa propia o con un intenso sufrimiento emocional. El abusador puede usar tales incidentes para manipularte, describiéndolos como prueba de que tú eres el miembro abusivo de la pareja.
Si tienes problemas para identificar lo que está sucediendo, toma distancia y analiza los principales patrones de tu relación. Luego, analiza los signos de violencia doméstica. En una relación abusiva, la persona que usa estos comportamientos de manera rutinaria es el abusador. La persona del lado receptor está siendo abusada.
El embarazo, los niños y el abuso
A veces, la violencia intrafamiliar comienza, o aumenta, durante el embarazo, lo cual pone en riesgo tu salud y la del bebé. El peligro continúa después del nacimiento.
Incluso si tu hijo no es abusado, el simple hecho de ser testigo de la violencia intrafamiliar puede ser perjudicial. Los niños que crecen en hogares abusivos tienen más probabilidades que otros de ser abusados y de tener problemas de conducta. En la adultez, es más probable que se conviertan en abusadores o que piensen que el abuso es una parte normal de las relaciones.
Puede que te preocupe que decir la verdad te ponga en peligro, o ponga en peligro a tu hijo o a otros miembros de la familia, y que pueda romper tu familia, pero buscar ayuda es la mejor manera de proteger a tus hijos y de protegerte tú.
Rompe el ciclo
Si te encuentras en una situación de abuso, es posible que reconozcas este patrón:
- El abusador amenaza con emplear la violencia.
- El abusador ataca.
- El abusador se disculpa, promete cambiar y ofrece regalos.
- Este ciclo se repite una y otra vez.
En general, la violencia se vuelve más frecuente y grave con el tiempo.
Cuanto más tiempo permanezcas en una relación abusiva, mayores serán las consecuencias físicas y emocionales. Podrías sufrir depresión o ansiedad, o comenzar a dudar de tu capacidad para cuidarte. Podrías sentirte indefenso o paralizado.
Desafíos únicos
- Si eres inmigrante, es posible que dudes en buscar ayuda por miedo a la deportación. Las barreras lingüísticas, la falta de independencia económica y el apoyo social limitado pueden aumentar tu aislamiento y afectar tu capacidad para acceder a los recursos.Las leyes de los Estados Unidos garantizan la protección contra el abuso doméstico, independientemente de tu condición de inmigrante. Tienes a tu disposición recursos gratuitos o de bajo costo, incluidos abogados, refugio y atención médica para tus hijos y para ti. Además, podrías ser elegible para recibir las protecciones legales que permiten a los inmigrantes que sufren violencia doméstica permanecer en los Estados Unidos.Llama a una línea nacional de ayuda para la violencia doméstica para pedir asesoramiento. Estos servicios son gratuitos y confidenciales.
- Si es una mujer mayor, puede que te enfrentes a retos relacionados con tu edad y con la duración de tu relación. Puede que hayas crecido en una época en la que no se hablaba de la violencia doméstica. Tú o tu pareja podrían tener problemas de salud que aumentan tu dependencia o sentido de responsabilidad.
- Si te encuentras en una relación entre personas del mismo sexo, es menos probable que busques ayuda después de una agresión si no quieres revelar tu orientación sexual. Si te ha agredido sexualmente otra mujer, también podrías temer que no te crean.
La única manera de terminar con el ciclo de la violencia doméstica es actuando. Empieza por contarle a alguien sobre el abuso, ya sea a un amigo, un ser querido, un proveedor de atención médica u otro contacto cercano. También puedes llamar a una línea nacional de ayuda para la violencia doméstica.
Al principio, puede que te resulte difícil hablar del abuso. Pero debes entender que no estás solo y que hay gente que puede ayudarte. También es probable que sientas alivio y recibas el apoyo que tanto necesitas.
Crea un plan de seguridad
Dejar a un abusador puede ser peligroso. Considera la posibilidad de tomar estas precauciones:
- Llama a un refugio para mujeres o a una línea de ayuda para la violencia doméstica para pedir consejo. Haz la llamada en un momento seguro (cuando el abusador no esté cerca) o desde la casa de un amigo u otro lugar seguro.
- Prepara un bolso de emergencia que incluya los artículos que necesitarás cuando te vayas, como ropa adicional y llaves. Deja el bolso en un lugar seguro. Ten a mano los papeles personales importantes, el dinero y los medicamentos recetados para poder llevarlos contigo con poca antelación.
- Planifica exactamente dónde irás y cómo llegarás allí.
Protege tus medios de comunicación y tu ubicación
Un abusador puede usar la tecnología para controlar tu teléfono y comunicación en línea y rastrear tu ubicación. Si te preocupa tu seguridad, busca ayuda. Para mantener tu privacidad:
- Usa los teléfonos con precaución. El abusador podría interceptar las llamadas y escuchar tus conversaciones. Puede usar el identificador de llamadas, revisar tu teléfono celular o buscar en tus registros de facturación telefónica para ver tu historial de llamadas y mensajes de texto.
- Usa la computadora de tu casa con precaución. El abusador podría usar spyware para vigilar tus mensajes de correo electrónico y los sitios web que visitas. Considera la posibilidad de usar una computadora en el trabajo, en la biblioteca o en la casa de algún amigo para buscar ayuda.
- Quita los dispositivos GPS de tu vehículo. El abusador podría usar un dispositivo GPS para localizar tu ubicación.
- Cambia con frecuencia tu contraseña de correo electrónico. Elige contraseñas que el abusador no pueda adivinar.
- Limpia el historial de visitas. Sigue las instrucciones del navegador para borrar cualquier registro de sitios web o gráficos que hayas visto.
Dónde buscar ayuda
En caso de emergencia, llama al 911, a tu número de emergencia local o a la agencia de policía. Los siguientes recursos también pueden ayudar:
- Alguien en quien confíes. Acude a un amigo, un ser querido, un vecino, un compañero de trabajo o un consejero religioso o espiritual para que te apoye.
- Tu proveedor de atención médica. Los médicos y el personal de enfermería tratarán las lesiones y podrán remitirte a una vivienda segura y otros recursos locales.
- Un refugio para mujeres o centro de crisis. Los refugios y los centros de crisis brindan refugio de urgencia las 24 horas, así como también asesoramiento en asuntos legales y servicios de defensa y apoyo.
- Un centro de asesoramiento psicológico o de salud mental. En la mayoría de las comunidades existen grupos de asesoramiento y apoyo para las mujeres en relaciones abusivas.
- Un tribunal local. El tribunal de distrito puede ayudarte a obtener una orden de restricción que ordena legalmente al abusador a mantenerse alejado de ti o a enfrentarse a un arresto. Los abogados locales pueden guiarte a través del proceso.
No es fácil reconocer o admitir que estás en una relación abusiva, pero podemos ayudarte. Recuerda, nadie merece ser abusado.